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Temperatura de la piedra
Calienta tu piedra a 375°C - 400°C (700°F – 750°F) para lograr una cocción perfecta de la base de tu pizza. Menos caliente te quedará pálida y poco cocida. A su vez, si la base de tu pizza no está bien cocida y es momento de rotar tu pizza, habrá chance que le hagas el indeseable hueco que hará que tu horno se llene de queso derretido. Por otro lado, si la piedra está muy caliente se te quemará la base en exceso y tendrá el sabor amargo del quemado. Recomendamos tener un termómetro infrarrojo que te permita medir la temperatura del centro de la piedra, por más que tu horno pueda tener un termómetro integrado. No es lo mismo la temperatura del interior de tu horno que la temperatura de la piedra, este último puede ir disminuyendo a medida que vas haciendo más pizzas. Dale un tiempo para que la piedra pueda retornar a su temperatura ideal.
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La humedad es tu enemigo
No hay peor sentimiento que haber preparado la pizza más hermosa y a la hora de transferir la pizza desde tu pala al horno se queda pegada a la pala y tu pizza redonda termina siendo una deformidad, muchas veces transformándose en el famoso “calzone”. Hay buenas prácticas para evitar que esto suceda. El primero es mantener tu mesada y pala bien enharinada. Cada vez que empieces a hacer una nueva pizza, procura siempre pasar harina para eliminar cualquier punto húmedo que ha podido quedar de la salsa o aceite oliva. El segundo consejo es tener las herramientas correctas. Nosotros recomendamos tener dos. La primera es tu pala para insertar la pizza al horno, puede ser de madera o aluminio, y la segunda es tu pala para rotar de aluminio, usualmente de un diámetro más pequeño. Al usar tu pala exclusivamente para insertar la pizza, evitas que queden puntos húmedos de queso derretido o salsa que pudo haber caído de tu pizza.
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Evitar usar exceso de harina
Si estas buscando la perfección en tu pizza, es importante tomar nota de este consejo. Cuando tenemos demasiada harina remanente en la base de tu pizza luego de estirarla y lo insertamos en el horno, esta harina terminará quemándose y dejará un sabor amargo a tu masa. Hay dos maneras de evitar esto. La primera es retirar el exceso de harina de tu mesada cuando termines de estirarla y trabajar sobre una mesada levemente enharinada. También evita poner excesiva harina en tu pala ya que este terminará transfiriéndose al horno. Lo importante es usar esa harina para remover cualquier punto mojada que hará que se pegue tu pizza a la pala, y recuerda, evita usarlo en exceso. El segundo es usar una pala perforada para insertar la pizza la horno. Cuando transfieras la pizza de tu mesada a la pala, estas perforaciones permitirán que caiga el exceso de harina que pueda haber quedado en la base de la pizza con unos leves movimientos o golpes.
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Regula la llama de tu horno
Más no siempre es mejor. Es importante tener un buen control sobre la llama de tu horno. Si la llama está muy fuerte podrás terminar quemando la parte superior de tu pizza antes de que se termine de cocinar la base. Evita también poner la pizza muy cerca a la llama. Encontrar un buen balance entre la llama y la temperatura de tu horno hará que empieces a sacar pizzas geniales. Si aún eres principiantes, recomendamos empezar con una llama baja para no atolondrarse con lo rápido que se cocina la pizza con una llama intensa (dos minutos o menos).
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Mantén tu horno limpio
Es inevitable que de vez en cuando la base de tu pizza se empiece a ensuciar con queso derretido o exceso de harina. Creemos que es buena práctica mantener esto limpio cada vez que insertas una pizza para evitar que ese sabor amargo del quemado se quede en tu siguiente pizza. Recomendamos utilizar un cepillo especial para horno para evitar que malogre tu piedra. Un tip para quitar el queso derretido es dejar que se termine de carbonizar y será más fácil retirarlo con el cepillo sin tener que rasquetear la piedra con la posibilidad de dañarlo.
Si te gustaron estos tips compártelos con tu pizzero/a favorito y empecemos disfrutar de mejores pizzas hechas en casa.
